El texto a analizar es titulado ‘Cincuenta años de la filosofía náhuatl’ (Morelos Torres, 2006), el cual es un artículo de la revista de la Universidad Nacional Autónoma de México, que conmemoró el aniversario número cincuenta de la publicación de La filosofía náhuatl, de Miguel León-Portilla (1956), y examina, además de un poco de la vida del autor, el cómo llevó a cabo su investigación, lo que lo motivó, y cuáles son los tópicos principales que manifiesta en su publicación.
En
el artículo se manifiesta que León-Portilla comparó las dudas existenciales de
la antigua cultura griega con las de la cultura náhuatl, y llegó a la conclusión
de que eran las mismas. Ambas culturas tenían, a pesar de su lejanía tanto en
tiempo como en espacio, la necesidad de responder a varias incógnitas que aun
en día no tienen una respuesta concreta.
Analizando
y comparando el artículo con varios poemas de origen náhuatl que el mismo León-Portilla rescata en
su magnífico libro recopilatorio de literatura prehispánica, titulado Antigua y nueva palabra (2004), he
llegado a destacar algunos puntos que deseo abordar a continuación.
El
primero es que los náhuatl se preguntaron que es la muerte, y comparando con el
texto, se logra obtener su respuesta. En el poema Vinimos a soñar, se dice lo siguiente:
(…)de pronto salimos
del sueño
solo vinimos a soñar,
no es cierto, no es
cierto,
que vinimos a vivir
sobre la tierra. (Leon-Portilla, 2004. P. 119)
Depende
de la percepción personal pero para mí esta parte nos dice que ellos creían que
esta vida terrenal no lo es todo, que hay algo más allá. Esta creencia y está
duda existencial se repite no solo en la cultura griega, con el hades, sino también en la mayoría de las
culturas en todo el mundo, como con el cristianismo y su paraíso.
El
segundo punto es lo que el autor del artículo señala como un elevado
espiritualismo en su cultura. Esto se concibe reflexionando en que las
explicaciones para la mayoría de las dudas existenciales que tenían se
resolvían por medio de mitos y creencias religiosas. Algo en lo que esta
cultura prehispánica se relaciona marcadamente con los griegos, por ello la
creación de tantos mitos, además de su dedicación por completo a sus dioses.
Para
fortalecer esto, veamos una parte del poema El
dador de vida, donde culpa al dador de vida de lo difícil que es vivir en
la tierra y de lo vano de la vida.
El dador de la vida se
burla.
Sólo un sueño
perseguimos, amigos nuestros;
lo cree nuestro
corazón,
en verdad se burla Él,
Dios. (Leon-Portilla, 2004. P.p. 119-120)
El
tercer punto es la duda que se tenía sobre el tiempo. Los nahuas son
conscientes de que nadie ni nada puede vencer al tiempo, y nadie escapa de él,
y este se entiende como un desgaste, un cambio, el cual provoca el
envejecimiento. Esto me hace recordar, relacionándolo con la mitología griega,
el relato de Zeus y Cronos, donde Zeus vence a su padre, cronos (que es el dios
del tiempo), y se convierte en el dios supremo del olimpo.
Para
fortalecer lo anterior, leamos una parte del poema Vinimos a soñar.
Como yerba en
primavera
es nuestro ser.
nuestro corazón hace
nacer,
germinan flores de
nuestra carne.
algunas abren sus
corolas, luego se secan. (León-Portilla, 2004. P. 119)
Esta
parte del poema hace una clara analogía de que la vida es como las flores en
primavera, nacen, crecen, y al final, solo queda la inevitable muerte; y nadie
ni nada está exento de esto.
El
cuarto punto es la concepción de que lo bello es lo único real. Y este punto es
reforzado por su concepción de la verdad:
La respuesta suprema
(de los sabios nahuas) para la verdad es que la flor y el canto que mete dios
en el corazón del hombre y lo hace verdadero, nace y verdea principalmente en
lo que hoy llamamos arte. (Morelos Torres, 2006).
Para reforzar este punto anterior, el
autor señala que el pensamiento filosófico nahua, giraba alrededor de una
concepción estética del universo y de la vida. Como se puede percibir en esta
parte de El poema de Tlaltecatzin de
Cuauhchinanco:
¿Podría alguien acaso
adueñarse de mi corazón?
Yo solo así habré de
irme,
con flores cubierto mi
corazón.
Se destruirán los
plumajes de quetzal,
los jades preciosos
que fueron labrados
con arte. (León-Portilla, 2004. P.p. 120-122)
Según mi percepción, este poema,
sobretodo esta parte, nos habla de la belleza, que se relacionaba con el arte, y
nos deja un mensaje tajante: todo lo bello es arte.
Para
terminar quiero resaltar la universalidad de las dudas existenciales que tiene
el ser humano, a pesar de tener una cultura distinta, o una visión del mundo
diferente, siempre en todas las culturas las dudas son las mismas. Las más
comunes son las que ya vimos en los puntos anteriores: la verdad, la muerte, la
vida y el tiempo.
Como
una conclusión personal quiero destacar la gran ayuda que es, para conocer
mejor a la cultura náhuatl, todo el trabajo de Miguel León-Portilla pues al
conocer la filosofía y visión del mundo que tenía una cultura se puede
interpretar mejor la literatura de la misma, y viceversa.
Alexis Salvador Gómez Rodríguez
Fuentes de consulta
MORELOS TORRES, “Cincuenta años de La filosofía náhuatl”, en Revista de la Universidad de México. Núm.
28, junio de 2006, pp. 34-36, en www.revistadelauniversidad.unam.mx
LEON-PORTILLA, Miguel, Antigua y nueva palabra, México:
Editorial Aguilar, 2004, pp. 119-122.
Alexis: te felicito, muy buenas tus aportaciones.
ResponderBorrarMaestra, ya he hecho los cambios que usted nos propuso. Muchas gracias por su disponibilidad, amabilidad y por los conocimientos que nos compartió a lo largo del semestre.
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