En esta entrada
estudiaremos los simbolismos en el libro sagrado quiche, el Popol Vuh (2011), que es considerado el
gran libro de la América prehispánica, y gracias a él podemos comprender un
poco las ideologías que tenían las culturas mayas, así como sus tradiciones, y
sobre todo, su mitología.
Este ancestral libro data del siglo
XVI, creado como una recopilación de la tradición oral maya de Yucatán, por los
mayas quiches (de guatemala),
después traducido por Ximenes en el siglo XVIII.
Para entrar de lleno en el estudio
de los símbolos deseo retomar las palabras de Samuel Martí, que dice: “El
simbolismo del movimiento, números y colores, está basado en observaciones y
conocimientos milenarios” (1960). Con la cita anterior pretendo que el lector
se dé cuenta de que los simbolismos que a continuación retomaremos para nuestro
estudio tienen una firme y justificada razón de ser, y no fueron creadas por
los quiches de forma aleatoria. Por ello es que resultan una fuente de
sabiduría infinita estos cuatro relatos mayas.
Al empezar a leer el Popol Vuh (2011) nos damos cuenta de que
hay un principio de dualidad desde la aparición de los dioses, por ejemplo:
Tzacol y Bitol, que son el creador y el formador, exaltando la complementación
o unión, como también se ve con los gemelos Hunahpú e Ixbalanque. Aunque en una
segunda simbolización de la dualidad vemos la creación, desde el punto sexual,
con las parejas hombre-mujer que aparecen, como Ixpiyacoc e Ixmucané. Sin
embargo, Morley asocia la dualidad como la lucha entre el bien y el mal (1940).
Los números, como en el caso
anterior de dualidad, tienen una gran importancia simbólica en el Popol Vuh (2011). El número uno está
asociado con el comienzo, el principio y lo principal, por ello el hermano
Uno-Hunahpú tiene mayor participación en el mito, pero esto no le resta
importancia a Siete-Hunahpú, porque el número siete era el numero sagrado maya,
simbolismo que comparte con la cultura occidental.
El número nueve, por su parte, era
asociado con la fortuna por su referencia a los nueve círculos que conducían al
paraíso maya, y por coincidir con los nueve señores de la muerte (Morley,
1940). A demás, en el pasaje de la creación del hombre se menciona que el maíz
fue molido nueve veces, simbolizando los nueve meses de gestación del ser
humano.
El número trece, según Martí (1960),
es una representación de un buen agüero por su relación con los trece dioses
del panteón maya, sin embargo, Morley lo relacionaba con la concepción maya de
trece cielos, siendo la tierra la capa más baja, y con la repetición del número
trece en los tributos que se rendían a los dioses (1940). El número trece se
encuentra en el Popol Vuh (2011) en
la tercera y cuarta parte cuando hace referencia a los trece pueblos Técpan,
trece hombres que ayudaban y trece hombres que hacían ofrendas y quemaban
incienso para Tohil, el dios principal.
En lo referente al simbolismo de
los colores tomaré lo dicho por Morely:
El
negro sigue representando las armas porque es el color de la obsidiana; el
amarillo simboliza el alimento porque es el color del maíz; el rojo era el
símbolo de la sangre, y el azul el del sacrificio; el color de la realeza era
el verde, porque éste es el color del preciadísimo quetzal cuyas plumas estaban
reservadas para los jefes (1940).
Otro símbolo
importante es la concepción del fuego como algo sagrado, dado a los pueblos por
el mismo dios Tohil, que simboliza el secreto vital del sol (que a su vez
simboliza la fertilidad), y la fuerza que genera y destruye. En el relato se
exalta la importancia del fuego al ver que los pueblos dieron a sus propias
hijas para obtenerlo.
En conclusión, el Popol Vuh (2011) es una gran fuente de
sabiduría maya, que nos enorgullece y exalta nuestro origen indígena al
mostrarnos la filosofía que tenían por medio de su mitología y, sobretodo, a
entender mejor sus creencias y modo de vida.
A pesar de la lejanía que parece
tener esta cultura con la nuestra en la actualidad vemos que no es así, todos
estos simbolismos, o la gran mayoría, perduran en nuestra cultura, aunque sea a
pequeña escala, y forma parte de nuestra vida diaria. Para muestra solo se
tiene que ver el simbolismo de los números, en donde el uno es el comienzo y
siete es la buena fortuna, o de los colores, donde el rojo es la sangre, el
fuego y la vida, o el simbolismo del sol y del fuego, el sol representa la
fertilidad de la tierra, y el fuego representa la sexualidad. Todos estos
símbolos no se alejan para nada de los simbolismos que tenemos en nuestra
cultura mexicana, y esto sorprende aún más por su parecido innegable a la
cultura occidental, a pesar de la falta de contacto que tuvo el pueblo maya con
Europa hasta el siglo XV.
Fuentes de consulta
MARTÍ, Samuel,
“Simbolismos de los colores, deidades, números y rumbos” en Estudios de la Cultura Nahuatl, No. 2.
1960, p. 19.
MORLEY, Sylvanus, “Maya Epigraphy” en HAY, C.L., et. al, The Maya and Their
Neighbors, 1940, p.p. 139-149.
Popol Vuh, México: Fondo de cultura económica, 2011.
Alexis Salvador Gómez Rodríguez
Alexis: este trabajo expone con sencillez aspectos profundos del texto maya.
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